sábado, 23 de agosto de 2008

Los primeros filósofos.


Orígenes de la filosofía griega.
La colonización es un fenómeno surgido en la Grecia antigua por razones históricas, de índole política, social, económica y militar; que da por resultado la fundación de nuevos establecimientos y ciudades por pobladores provenientes de las ciudades de la Hélade, emigrados primeramente hacia territorios de Jonia, en las zonas del Asia Menor circundantes al Helesponto, las costas de la actual Turquía sobre el estrecho de los Dardanelos, que separa el Mar de Mármara del Mar Egeo. La extensión de la navegación por el Egeo y el Meditarráneo llevó la colonización griega hasta el sur de Italia y la isla de Sicilia.
Entre los factores que impulsaron la colonización se cuenta la evolución operada en la propia Grecia hacia los siglos VII y VI A.C., al pasarse de la etapa predominantemente agrícola hacia el surgimiento de la producción de artesanías y el desarrollo del comercio y consiguientemente de la navegación.
Dos circunstancias caracterizaron la evolución de la mayor parte de las colonias griegas. Por una parte, se organizaron bajo la forma política de la polis, las ciudades-estado que determinaban un alto grado de participación individual de los ciudadanos libres en el gobierno. Esta estructura determinaba que los principales cargos públicos fueran provistos por sorteo entre los ciudadanos, quienes duraban en ellos un año; y funcionaba sobre la base de las asambleas reunidas en el Ágora, donde los ciudadanos frecuentemente debatían ardorosamente sobre los asuntos de la ciudad.
En segundo lugar, las colonias florecieron económicamente gracias a la dedicación intensa al comercio; lo que dio nacimiento a un grupo de ciudadanos que, de tal manera, pudieron dedicarse intensamente a la vida pública; y sobre todo, apreciaron debidamente la necesidad y la conveniencia de prepararse para ello mediante la educación en las disciplinas apropiadas para ejercitarla, como la oratoria y la argumentación.
Como antes se ha señalado, había en la cultura de los griegos antiguos otros factores que confluyeron a originar la filosofía; como los referentes a la religión.
Caracterizada por un politeísmo a la vez naturalista y antropomórfico, la religión de los griegos se fundaba en dos vertientes. Estaba por una parte la religión pública, la del culto oficial y representada por el conjunto de los dioses y la mitología de tradición homérica; por lo demás directamente vinculada al arte de la poesía, la literatura y el drama.
Las grandes obras de la cultura griega, como las epopeyas de Homero, al tiempo que insertaban la vida de los dioses con la de los hombres, importaban una presentación integral de su peripecia en los hechos conjuntamente con sus sentimientos, pensamientos, y el claro juicio moral acerca de sus conductas. Los valores abstractos que todo ello ponía en juego eran, entonces, conceptos presentes en la cultura griega desde mucho antes de que se constituyeran en objetos del análisis y la reflexión filosófica.
Mucho antes de disponerse a encontrar una explicación racional del universo que les rodeaba y de que formaban parte, los antiguos griegos dispusieron de una explicación mitológica.
Junto a esa religión pública, estaban los misterios, formas religiosas desarrolladas en algunos grupos restringidos, que en lo que aparecía como una insuficiencia de la religión general para dar satisfacción a ciertas cuestiones, buscaron sus propias concepciones acerca del hombre y de su destino.
Entre los diversos misterios de la antigua Grecia, se contaban los que invocaban como fundador al poeta Orpheo, por lo cual se los designa como misterios órficos u orfismo. Lo que puede definirse como creencias órficas estaba constituído por una concepción distinta de aquella del tradicionalismo homérico, especialmente en relación a la muerte y al hombre como ser mortal.
La esencia del orfismo era la concepción dualista del hombre, al que consideraba integrado por el cuerpo y por el alma; aunque asignaba a ésta una cualidad maligna, concibiéndola como un demonio que encarnaba sucesivamente en distintos cuerpos (la reencarnación o metempsicosis) por causa de una culpa originaria, en busca de su expiación. El orfismo comprendía una iniciación en prácticas rituales secretas, que tenían por finalidad liberar el alma del cuerpo - o al revés, liberar el cuerpo del alma - para así poner fin al ciclo de las reencarnaciones. De manera que los iniciados recibirían premios en la ultratumba, en tanto que los no iniciados tenían reservado un futuro de castigos luego de la muerte física.
Esta idea de la reencarnación y de la existencia de premios y castigos en ultratumba, tendría como origen la búsqueda de una explicación a la constatación de que en la vida terrena hay veces en que quienes son considerados virtuosos padecen sufrimientos, en tanto que otros considerados malignos disfrutan de los placeres. Ese concepto de la existencia de alguna culpa grave originaria en la especie humana, determina que en realidad todos los seres humanos estén afectados por una culpa anterior que deben expiar; sin que ello infrinja el sentido de justicia que determina que cada uno sea responsable solamente de sus culpas individuales.
Los misterios órficos constituyen al parecer la primera manifestación de la visión del hombre como un ser en que se contraponen dos principios opuestos luchando entre ellos; el alma (maligna, demoníaca) y el cuerpo considerado un lugar que alberga al alma para producir su expiación; lo que conduce a suscitar la necesidad de purificar el cuerpo para salvaguardar el alma.
No se suscita mayor dificultad en percibir la similitud entre la concepción de los misterios órficos y los elementos conocidos de varias concepciones religiosas ulteriores. Pero en cuanto atañe a la filosofía clásica, esa concepción resulta un antecedente indispensable de los desarrollos del pensamiento de Pitágoras y otros filósofos de los primeros tiempos, e incluso de Platón; como se verá en temas ulteriores.
En cierto modo, podría decirse que la filosofía surge en el momento en que el pensamiento griego antiguo evoluciona desde el mito hacia el logos; desde una concepción puramente basada en la fantasía, en conceptos sobrenaturales, hacia una interpretación que intenta resultar convicente en base al análisis racional que no encuentra el fundamento en una relación arbitraria, sino que trata de justificarse en la aplicación de leyes necesarias.
De tal manera, el concepto del logos es invocado por los primeros filósofos como comprensivo de tres elementos constitutivos; un orden existente en la realidad que es preciso llegar a descubrir, una capacidad humana consistente en la razón que es el instrumento para captar ese orden natural de la realidad, y un instrumento esencial para expresar y transmitir ese conocimiento, que es la palabra, el lenguaje. Son por lo tanto, tres componentes que están estrechamente relacionados, en cuanto factores que permiten al hombre conocer, comprender y comunicar la verdad real de la naturaleza.
La filosofía clásica - que practicamente se extiende hasta el Siglo XVII D.C. - se ha centrado, por lo tanto, fundamentalmente en la metafísica en el sentido que al término asignara Aristóteles, como un esfuerzo por descubrir las leyes verdaderas de la naturaleza, pretendiendo descubrir la esencia y las causas últimas de la realidad y del mundo; como por ejemplo ocurriera con Tales de Mileto, que sostuvo que todo procedía del agua.
Es la filosofía que considera que la esencia de las cosas no se encuentra en la apariencia sensible (de ahí el nombre de metafísica, más allá de lo físico) que, sino que hay que buscarla en la razón. La filosofía, entonces, parte del supuesto de que todo lo real es racional; lo que vale tanto como afirmar que existe una gran correspondencia entre el pensamiento y la realidad. Todo lo que ocurre en el universo puede ser comprendido por la razón humana, y todo lo que la razón descubre puede ser racional. Por lo tanto, “ser” y “pensar” es lo mismo, al decir de Parménides.

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